GODS OF METAL FESTIVAL - Idroscalo Park (Milan, Italia)
He viajado a varios festivales en el extranjero a lo largo de los años. Pero me imagino a mí misma viejecita, haciendo balance de mis correrías concierteras, y posiblemente el Gods of Metal 2007 se lleve la palma en lo que a surrealismo se refiere. Como disfrutar de uno de los mejores carteles de tu vida en las condiciones más horribles, agarrar una semi-pulmonía y encima volver tan feliz y contenta, con la sensación de una tarea pendiente por fin cumplida. Supongo que el amor por el rock n’ roll nos acaba volviendo a todos un poco locos…
La primera parte del Gods se celebraba el 2 y 3 de Junio (la segunda a final de mes con Ozzy como estrella). Mi principal motivación era volver a ver en directo a “mi banda de toda la vida”, Mötley Crüe, en una de sus pocas fechas europeas; la segunda, un cartel hard rockerísimo el sábado, y la tercera, y no menos atractiva, el cabecera del domingo: Heaven & Hell, o lo que es lo mismo, Black Sabbath con Ronnie James Dio.
SÁBADO 2 de Junio
Ovación merecida para Tigertailz, que cuenta con una legión tremenda de fans italianos, y que dieron un concierto clavadito al del Lorca de hace dos años, quizás con un Pepsi Tate aún más motivado (y que estuvo a dos metros míos flipando con los Crüe como un quinceañero!). En sus 50 minutos, buenos clásicos - “Sick Sex”, “Noise Level Critical”, el desparrame de “Love Bomb Baby”, todo el mundo botando con los paraguas! - y el entrañable numerito de Hooker envuelto en la bandera de Gales para “Call Of The Wild”. Empezamos bien!
De estos White Lion reinventados por Mike Tramp (único miembro original que permanece) me esperaba mucho menos de lo que me encontré. El danés está inmenso de voz y de físico, calca los grandes hits de los Lion (“Hungry”, “Broken Heart”, “Lady Of The Valley”, “Tell Me”, el inesperado “El Salvador” del primer disco) y camufla cualquier añoranza de Vito Bratta dejando el “Radar Love” de Golden Earring como despedida para un público que, sin embargo, dio muestras de entusiasmo contenido.
Creía que la falta de feeling era con White Lion pero con Thin Lizzy ya se confirmaban mis temores: la audiencia italiana es sosa, pasiva, aplaude con desgana y, desde luego, valora poco tener delante a dos grandes como John Sykes y Scott Gorham en un duelo lleno de energía - “Jailbreak”, “Don’t Believe A Word”, “Cold Sweat”, “Black Rose”, “The Boys Are Back In Town”- y con el extra del regreso de Marco Mendoza y Tommy Aldridge (incluido su espectacular solo de batería) tras su larguísimo tour con Whitesnake. Qué poco agradecidos son algunos públicos…
Scorpions llegaron a mitad de tormenta dispuestos a dividir su set entre lo más selecto de su última época, lo que incluía temas del nuevo álbum como “Humanity”, y los grandes éxitos de una carrera que ya pasa de los 40 años. De más está que me queje por el olvido continuo a un disco como “Savage Amusement” si Klaus Meine es capaz de mantener a su edad los agudos que requieren “Blackout”, la nunca pasada de moda “Still Loving You” (por millones de veces que la escuches) y Rudolf Schenker, hecho un chaval, es capaz de levantar a los cadáveres italianos con un “Rock You Like A Hurricane” que, pese a la lluvia y el viento, fue una auténtica fiesta. Qué grandes siguen siendo los alemanes, señores!!
Lamento decirlo pero la opinión general coincidía en Velvet Revolver como la decepción del festival, y yo la comparto. Siempre es un placer toparse con tres ex Gunners , Slash, Duff y Matt Sorum, y, desde luego, ellos cumplieron de sobra (por Slash parecen no pasar los años). Pero de poco sirve si los temas del nuevo disco, “Libertad”, no cuajan (pedazo tostón en vivo “The Last Fight”), y tu frontman principal, Scott Weiland, tiene una noche pésima en la que se carga cualquier versión que toca (“Wish You Were Here” y las “facilitas” de Guns N’ Roses, “It’s So Easy” y “Mr. Brownstone”, no se le vayan a cansar las cuerdas vocales con un “Welcome To The Jungle”). Parece mentira como una banda con semejante formación puede ofrecer un show tan sumamente aburrido…
La recompensa llegó con Mötley Crüe. La banda más grande y más degenerada de la historia del rock n’ roll parece no querer bajarse del podio en muchos años. Vince Neil pesa 20 kilos menos que cuando le vimos hace dos años en España (su paso por un programa de TV de cirugía estética parece haber tenido algo que ver), por lo que estuvo dos horas corriendo por el escenario como en los viejos tiempos. Desde que abrieron con un salvajísimo “Dr. Feelgood” quedó clara la mejoría de Neil, la línea sin altibajos de Sixx-Lee y el empeoramiento progresivo de Mick Mars, a quien su enfermedad apenas le permite dar dos pasos. Me puso un nudo en la garganta ver como Mick se esfuerza en no quedar atrás cuando llegan los momentos cumbre (“Kickstart My Heart”, “Live Wire” o “Wild Side”) y su amor por esta banda, porque económicamente no lo necesita.
Un set list diferente al de la anterior gira europea - esta vez no dedicaron, por desgracia, la primera media hora a “Too Fast For Love y “Shout At The Devil”-, con un reparto más equilibrado entre todas sus épocas y un Nikki Sixx más punk que nunca y entregadísimo desde el principio hasta el final. Los Crüe son capaces de, tras un momento delicioso como fue ver a todo Idroscalo cantando “Home Sweet Home”, volver a sus tiempos sucios con una stripper italiana que constituiría el preludio de “Don’t Go Away Mad” y la aplaudidísima “Girls, Girls, Girls”, con la que el público ya daba señales de resurrección. El único “pero” que le puedo poner a un recital magnífico fue tener a la gente esperando diez minutos bajo una lluvia torrencial para “Anarchy In The UK”, el único bis que se permitieron. Y aún así, revivieron tan bien el espíritu Sex Pistols, que a quién le importa todo lo demás…
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