Aunque Aarto Paasilinna es un escritor famosísimo en su tierra natal, Finlandia, y decenas de libros suyos han acabado convirtiéndose en bestsellers, personalmente era la primera vez que me enfrentaba a una de sus obras. Y tengo que reconocer que gracias a Anagrama (una de mis editoriales favoritas) otro gran escritor y otro gran libro han ido a ocupar un pequeño huequito de mi humilde biblioteca.
Salvando las distancias entre uno y otro, Aarto Paasilinna se asemeja a la versión finesa de nuestro gran Eduardo Mendoza. Con un humor negro, ácido y corrosivo, denuncia el cáncer que carcome a la sociedad finlandesa: el suicidio. Finlandia es el país del mundo con mayor índice de suicidios por habitante (con cinco millones de habitantes, la cifra de suicidios llega a quince mil al año). Muchos ven en la oscuridad, el frío polar y las largas temporadas sin luz solar la causa de tanta muerte escogida por elección propia pero... ¿por qué no ocurre lo mismo en Suecia o Noruega? ¿Acaso el finlandés tiene una tendencia, casi romántica, al dramatismo o es su forma de rebelarse ante unos patrones sociales que, pese a ser ejemplo de civismo absoluto para otros países, exigen a sus habitantes unas normas de comportamiento que muchos se niegan a aceptar?
Para Paasilinna, la otra gran lacra de Finlandia se llama alcoholismo. En eso, desgraciadamente, sí coinciden con otros países escandinavos. El finés ahoga sus penas en botellas de licor y de vodka, y durante toda la novela, el alcohol sirve como camarada a la hora de llorar, a la hora de reir, a la hora de decir adios. Asi que los protagonistas de nuestra historia, treinta suicidas que viajan al lejano Cabo Norte, ya tienen algo en común, aparte de sus ansias por marcharse al otro mundo: el gusto por las borracheras un día sí y otro también.
Un militar viudo y un empresario arruinado coinciden en un pajar para suicidarse a la misma hora. Obligados por motivos éticos, no pueden permitir que otra persona se quite la vida delante suya (pese a que cada uno por separado fuese a hacer lo mismo). Asi que salvan la vida del prójimo, la suya propia y llegan a la conclusión de que semejante coincidencia ha tenido que ser una señal del destino. El azar tal vez les ha permitido sobrevivir para hacer algo grande. Se les ocurre entonces que en su caso hay miles de personas desperdigadas por el país en su misma situación, a las que si no se les puede quitar de la cabeza sus tendencias suicidas, sí se les puede ayudar a llegar a esa muerte con dignidad y no hay mejor manera de hacerlo que planeando un suicidio colectivo, donde la organización sea la adecuada y no se deje ningún cabo suelto. Así, se prepara en Helsinki el primer seminario para suicidas con notable éxito y un grupo de "privilegiados" decide alquilar un autocar para suicidarse en grupo, lanzándose en el Cabo Norte desde los precipicios que dan al mar helado. De ese viaje paranoico, con situaciones dantescas en cualquiera de las poblaciones que visita la bulliciosa comitiva y el estupor de los que conocen el motivo de la excursión, habla una novela que denuncia las miles de razones que pueden llevar a alguien a querer terminar con todo (ruina, abandono, maltratos, soledad...) y el desprecio de la sociedad ante la palabra "suicidio", mientras en países como Japón es considerado un acto de honor que ennoblece el alma del suicida, y en civilizaciones como la romana era practicamente un acto cotidiano.
"Delicioso suicidio en grupo", no obstante, es un libro que se ríe de la muerte y que bromea con un destino que es un enemigo insalvable, alguien contra quien no podemos luchar porque siempre llevaremos las de perder. Como nos enfrentemos cada uno de nosotros a este hecho, la llegada de la despedida, ya es otro cantar pero tal vez fuera mejor tomárselo con buen humor, ya que a fin de cuentas el resultado va a ser el mismo...
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