sábado, 23 de junio de 2007

SHAMELESS



El puente de Mayo y la caída del glam bubblegummero del Olimpo al underground más absoluto. Así se explica que poco menos de cien personas asistiéramos a la presentación de Shameless en Madrid y casi hubiera eco en la sala. Una lástima porque, precedido por unos impecables Guitar Mafia, este super-proyecto de Alexx Michael demostró contar con cinco músicos que se dejan la piel en el escenario, sin importarles cuántos estén delante.

El atractivo principal venía con los cantantes Steve Summers (Pretty Boy Floyd) y Stevie Rachelle (Tuff), quienes se fueron dando el relevo cada tres o cuatro temas y mostraron dos diferentes modos de entender un mismo género musical (Summers metidísimo en su papel de estrella degenerada, Rachelle mucho más directo). Hora y media en la que se alternaron temas de los cuatro discos de Shameless -“Famous For Madness”, “Queen For A Day”, “Crashdown”…- con clásicos de Pretty Boy Floyd (de hecho, comenzaron con “Rock N’ Roll Outlaws” y caerían “48 Hours”, “Your Mama Won’t Know” y “Set The World On Fire”) y otros tantos de Tuff (lo mejor de la noche, ese “The All New Generation” que tanto nos costaba creer estar escuchando en directo!) Y si a alguien no le quedaba claro que nos encontrábamos a mediados de los 80 y no en 2007, potentísimo tributo a los grandes iconos del señor Michael, con “Live Wire” de Mötley Crüe a cargo de un mortífero Summers (mucho más efectivo y profesional que cuando tocó aquí con los propios Pretty hace tres años), y como fin de fiesta y con Rachelle y Summers mano a mano, el delirio con “Talk Dirty To Me” de Poison (¡las cervezas que volaron! cómo se demanda la visita de Bret Michaels y los suyos a estos lares) y, no podía ser otra, “Shout It Out Loud” de Kiss como punto final.



Tanto Rachelle como Summers formaron parte activa de un movimiento que tanto tuvo y tanto perdió, víctima de las pasajeras modas. Y cada día que pasa, parece menguar el número de músicos y fans aferrados a un ideal, asi que noches como esta no sólo suponen momentos casi históricos (¿imaginabais a este par tocando aquí en 1990?), también fue un modo de decirles “somos pocos fans pero estaremos ahí siempre”. El (escaso) público madrileño, lo más grande de la velada. ¡Gracias a todos!


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