miércoles, 11 de abril de 2007

The Munsters



Me recuerdo a mí misma, con ocho o nueve años, esperando cada mañana de sábado, con el pijama aún puesto y el Cola-Cao enfriándose, la llegada de la serie que había marcado a un par de generaciones desde su estreno en USA en 1964 y que ahora arrasaría con la nuestra, la de los tiernos infantes que aún se asustaban con las figuras míticas de Drácula y El Hombre Lobo (sí, yo era de las que a aquella edad temblaba con la musiquilla de "Mis Terrores Favoritos") pero que encontramos en The Munsters (la familia Munster, cómo les conocíamos aquí) la réplica perfecta para nuestros miedos infantiles. Hoy, más de veinte años después de su desembarco en España, sigo considerando a esta serie mi favorita, no sólo por su brillantísimo e irónico humor, que tan buenos ratos nos brindó, sino porque dos décadas más tarde las situaciones ridículas siguen provocando la misma gracia, aunque nunca nos abandone esa eterna sensación de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Vista la mierda que se pasea por nuestros canales televisivos (ya sea en forma de programas o personas), sí, está claro que al presente no le gana nadie en lo que a mediocridad se refiere.

¿Y por qué recordar, precisamente ahora, a esta atípica familia? Por la sencilla razón de que en USA e Inglaterra se han reeditado las dos temporadas de la serie. Y como una es fanática empedernida y no veía la hora de tener todos los capítulos, decidí no esperar a la edición española (que vete tú a saber si se llega a producir) y compré la versión inglesa, una lástima que venga sin subtítulos pues en inglés yankee más de una palabra se te escapa pero tendría valor si me quejara tras tanto tiempo esperando! Parece mentira que una serie que sólo estuvo en antena dos años (en 1966 se ca
nceló el contrato con CBS pues se buscaba grabar en color los nuevos capítulos y la cadena pretendía que corrieran con los gastos los productores) haya podido crear personajes tan inolvidables como Herman (el padre tontuelo que iba de un desastre a otro), el abuelo Munster (en la vida real Al Lewis, un ferviente activista político, retratado por el último documental de Elías Querejeta Goodbye, America), Eddie Munster, el niño-licántropo alrededor del que giran los caprichos de la familia, Marilyn, la sobrina y única "normal" de la vieja mansión (y cuyas conquistas espantaban sus curiosos parientes) y, por supuesto, mi personaje favorito, la gran Lily Munster, la elegante vampiresa que acababa sacando a la familia de todos los entuertos y auténtico motor de la serie. La gran Yvonne De Carlo. Nos decía adios el 8 de Enero de este mismo año. Se iba la gran diosa de la televisión pero aún nos quedan su sonrisa perversa, su mirada intensa y las imágenes del que, sin duda, fue el papel de su vida.


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