miércoles, 9 de enero de 2008

CRANK COUNTY DAREDEVILS - Gruta 77




¿Qué puedes hacer mejor un domingo - noche que enchufarte una sobredosis de rock n’ roll macarruzo a la yankee? Y eso que Crank County Daredevils me habían dado un pequeño disgusto con su segundo trabajo Living In The Red, donde parecían haber perdido fuelle tras un descomunal debut, Kings Of Sleaze. Pero tenía la corazonada de que estos auténticos rednecks podían ganar horrores en directo y más aún en un club tan punk y tan especial como el Gruta 77, una de mis debilidades de la capital.




Haciendo honor a la afluencia habitual en la sala (no creo que llegáramos a los cincuenta, por ocho miserables euros que costaba la entrada), la noche se presentaba como una frenética orgía de rock n’ roll salvaje y sudor en la más pura línea Nashville Pussy y Five Horse Johnson… o, lo que es lo mismo: el espíritu de Lemmy y sus Motorhead siempre estuvo allí!! Scotty P. y sus secuaces se aprovecharon de la intimidad del evento y de las ganas de los presentes de derrochar testosterona para salir desde el principio con la partida ganada. Su sonido es machacón, plomizo, contundente -o, como bien me los definió allí mismo un amigo mexicano, “rock n’ roll borrachón”!-, se doblegan en crudeza respecto al disco y, sobre todo, son unos animales escénicos. Encima, y pese al semi-pedo que llevaban, son tan inteligentes como para elegir lo mejorcito de Living In The Red - “Bitch Be Cool”, el propio “Livin’ In The Red” – y volcarse en particular con, para mí, los tres grandes de Kings Of Sleaze , “Kick It On Down”, “Ride The Dog” y el lascivísimo “Hammerdown”. Respondiendo al tópico de banda tatuada de club de carretera (y con una imagen tremenda, porque el señor Billy Velvet es en persona como Nikki Sixx hace veinte años), y con groupie incluida animando, casi en pelotas, a las primeras filas, los Crank County remataban, tras casi una hora de rock n’ roll aceleradísimo y sin conservantes, con una salvaje versión de “It’s So Easy” de Guns N’ Roses, con el micrófono repartiéndose ya a estas alturas entre el público… escaso público, sí, como siempre, pero levantando los conciertos como el de esta noche y otras tantas. El grupo, esta vez sí, supo agradecerlo bajando a estrechar la mano de los presentes tras el concierto, felicitándonos unos y otros por una noche de rock básico y rudo (tampoco vamos a pedir peras al olmo) y con la sensación de que, muchas veces, acaba importando más las ganas que se echen que el repertorio que defiendas. La próxima, os los perdéis otra vez…

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