miércoles, 30 de mayo de 2007

KELLY FAIRCHILD

Unos cuantos añitos después de que Robin Black & The Intergalactic Rock Stars me hicieran sentarme de golpe con su brutal debut Planet Fame y me convirtiera en devota confesa del rock canadiense gracias a ellos y gente como Black Halos, Danko Jones o Crash Kelly, vuelvo a toparme con otro diamante en bruto proveniente de aquellas frías tierras, Kelly Fairchild, cuya fechorías en el pasado con Atomic Brats o su grupo de covers de Kiss, The Paul Stanleys, fueron un sabroso anticipo del que, en mi opinión, ya es el disco del 2007: Starland.

Kelly ha sabido muy bien mamar de eso que a alguien le dio por etiquetar como “new-breed” y que tan elegantemente están explotando bandas como Goo Goo Dolls o Marvelous 3. La diferencia es que Fairchild se ha llevado el estilo a su terreno, que no es otro que en el que nadaban bandas como Big Bang Babies o Heart Throb Mob, y de este explosivo híbrido no podía nacer nada inferior a Starland. ¿Temas muy avainillados? Claro. Toditos todos, hasta el “Comin’ Home” de Kiss chorrea olor a pintauñas. Asi que el que busque guitarras distorsionadas y voces rotas, ya sabe, se equivoca de álbum, pues Kelly ha decidido concentrarse en un disco comercial al máximo (lo que en otros es un defecto, en él es una virtud), sin perder ese aroma al underground, que, de momento – tiempo al tiempo -, es su hogar. Punk, pop, glam, unas intenciones que tanto recuerdan la gran primera época de Pretty Boy Floyd (el single “Pam Anderson” o “Together Tonight”) y las tablas de alguien que, pese a su juventud, ya es todo un veterano. Mi más sincera admiración.

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